martes, 27 de mayo de 2014

Elvírame

Inventando ver(s/b)os, de madrugada.

Voy a seguir follándote el amor, porque me temo que los que presumen de hacerlo, en realidad, lo compran hecho

Carlos Salem

Volar, a veces, es tan sencillo como dejarse caer.

Elvira Sastre

Báilame

Que no se acabe este baile
de tus pies sobre mis pies,
susurrándome al oído
que no llevas ropa interior.

Que invente cualquier excusa,
desaparecer de la pista.
Que los focos sean ahora
lo que menos luz nos da.

Buscar en tu mirada ese puedes
y perderme en los encajes del vestido
besar locamente tus rodillas
llenarte la piel de ojalás.

Sigue bailando, querida,
que duren tus pasos hoy
hasta la salida del sol
-que para ti y para mi ya no haya salida-.

Quiero beberme -a chorro- tus dudas
embriagarme de tu incertidumbre
a dejarte caer -para caerme encima-
con la boca entre abierta -y el alma de par en par-.

Báilame, no te pares,
que tu cuerpo y el mío dibujen
y proyecten en la sombra un ganamos
porque arriesgamos dispuestas a perder.




Si tú pones las ganas yo invento el cómo

lunes, 26 de mayo de 2014

Hacia tus acantilados

Echarás de menos mis buenos días
cuando amanezca sin nubes,
y sin esa cita al mediodía
de casi todos los lunes.

Cuando tengas que cerrar los ojos
para recordar mi perfume
y ya no puedas reír con mi risa
ni decirme que mejor a la sombra.

Aún no lo sabes, es cierto,
pero me echarás de menos
cuando sople un viento del sur
y lleve hacia tus acantilados mi voz.

Que te relate -al detalle- mis sueños
encontrar tu mirada reflejada
en el mar de los mis ojos
-que no merecen ser vistos desde fuera-

Comentar los partidos por whatsapp
cuando de sobras sabes
que yo ya sé quien ganará
sonreír -y reír- si ha sido un buen fin de semana.

Las rutas a la estación
para apurar los minutos
para escondernos de un mundo
que (se) nos presentó comunicando.

Las disertaciones sobre el amor
la nostalgia, las amantes, el olvido,
y todo lo que tenga que ver
con versos -con un irreal tuyyo-.

Esos estallidos espontáneos
de sinceridad desde dentro,
y tus caras de quiero-pero-no-debo
soñando con un lunes sin fin.

Hacer más horas de camino
que las que dura una clase
que nos saltamos un día si otro también
pero que eran coartada y excusa.

Echarás de menos, sin saberlo,
leer mi nombre en la pantalla
siempre que llueva y no estés
siempre que quiera que llueva(s).

No lo sabes aún, pero tal vez sientas
un vacío de vuelta y tardes
de autopistas cantando Sabina
y reír a carcajadas tentando al deseo.

Un hueco de versos prohibidos
de lluvias sobre mojado
de imaginar tu cuerpo y el mío
danzando frente a chimeneas.

Quizás no identifiques el ronroneo
de antes de caer dormida
-cuando duermas sola-
melodía de lo que no sucedió.

A lo mejor tienes miedo
-todos tenemos monstruos de olvido-
y dudas si tengo palabra,
si cumpliré mi capaz -lo haré al pie de la letra-

Posiblemente te sorprendas
estirando los brazos
y yo no pueda abrazarte
sin alas por caducidad

Incluso es posible que te
sorprendas pensando en mí
cuando otras manos te pinten
la piel, el sexo, y las dudas.

Echarás de menos mis buenas noches
si estoy de guardia y no tengo un minuto
para dejar de atender vidas y atender la mía
y me sueñes con la luz encendida.









Todo escalofríos

Llueve, la tarde empieza a ser como imaginé
Tú, descansando, abatida entre mis redes
Hoy, pensaba en cómo hacerte arder...
y me quedé mirándote a escondidas.

No sabes cuanto recree esta escena...
Tu escondida en tu trinchera
para resistir ilesa de disparos que no di
Quédate...y endulzame Madrid. Ofréceme un bis.

Ya se marchó la orquesta
Empiezo a reclamar...
un minuto más de tu marea.

Vivo, entre restos de ruina que dejaste
Tú, empañando los cristales, escribiéndome el desastre
en cada hueco de la piel que demandaban ser.

Ya se marchó la orquesta
Empiezo a reclamar...
un minuto más de tu marea.

Llueve, la tarde empieza a ser como imaginé.


Adriana Moragues




Estrangular el quizás

Estrangular el quizás,
y mirarme las manos
que ya no se arrugan
con tu lluvia
ni escriben te quieros
ni encuentran un Norte
que no esté bajo tu ombligo.

Que ya no reprimen
-en los bolsillos-
las ganas de tocarte
el pelo y las ganas.
Que sustituyes por las suyas
aunque no sean capaces
de arañar(te) lo que fuimos





Lo hemos hecho mal


Hecho está, si, pero mal.
Y ahora ya no queda nada
donde sostenerse, a lo que agarrarse
que no sean versos de otros
o lluvia en el tintero.

Hecho está, si, pero mal.
Y ya puedo guardar por más tiempo
los besos que te debo
-que nos debo-

Hecho está, sí, pero mal.
Y no será por las veces
que nos imaginé en mil colores
y todo lo dispuesta que estuve
        -a perder-

domingo, 25 de mayo de 2014

Lluévete

Lo que quiero es correrme contigo
hasta que la lluvia desplegue
 -celosa-
su parAguas

Cuando todo acabó antes de empezar

Evocar tantas ganas a ese salto
al
vacío
sin miedo a
c
a
e
r.



Te vas

Tiemblo con este hasta luego inminente
que esconde mis miedos a octubre,
la palabra luego,
                               -te vas-

Voy a camuflarte en tantos versos
que vas a tener que pedirme una tregua
de orgasmos por correo
                                        -acércate.-

Y es que da tanto miedo perderte, amor
que ya he empezado a inventar(te)
y a borrarte cada mañana al desenfundar el pincel
                                                                                       -abrázame.-









sábado, 24 de mayo de 2014

Eres viernes

Es por eso que los Viernes saben a ti,
por el sosiego al releer
y los atardeceres de Elvira;
por el agudo de la tetera al hervir.

Aparcar en doble fi
                               la
                                           al jueves
y sumergirse en cuartetos de cuerda
-en que me sobran siempre dos-

Llena -del todo-

No deseo otra cosa más que
que me pongas de espaldas al mundo,
que no pueda ver pasar los trenes
y resbalen tus caricias hasta mis tobillos
recreándote donde sabes encontrarme.

No hay nada que me haga vibrar más
que que pintes en mi piel amaneceres
y te frotes conmigo incansable
y formemos eclipses de luna
-llena, del todo-

No sueño más que con la idea que
tus pies descalzos busquen mis pies
y el resto de nuestros cuerpos sea uno
bañado en mares que surfearía ayer.

Y no imagino razones
que puedan alejarte de mi cama
si mi almohada -y el rincón entre mis piernas-
te reclama como si no hubiera un mañana.



viernes, 23 de mayo de 2014

Y hazme saber

Recuérdame, amor, si un día
necesito volver(te) a escribir,
que las cimas que subimos
veían el cielo desde arriba.

Que se encogían tus mejillas
si por sorpresa te soltaba un guapa
y las mañanas de cualquier mes
parecían mañanas de Abril.

Que dejamos las playas sin arena
-el mar sin olas-
postradas en tus caderas
y ese ir y (re)ir siempre mojadas.

Que esperarte en el sitio de siempre
me hacía sentir como en casa.
Aunque no vinieras,
aunque enterrara el reloj.

Recuérdame que hubo versos
-y besos-
que nunca has vuelto a desenfundar
Que todavía queda pólvora.

Que soñar es contigo un trozo de jardín,
tu nombre en la pantalla de un Viernes,
bolsas de caramelos que guardo desde Enero
-que siento por ellas lo mismo que por ti-

Me gusta verlas -y sonreír-
y relamerme con su sabor
ilustrando el día que me las coma a mordiscos.
-si son en la espalda mejor-

Y hazme saber si se me olvida
que un día te escondí en poemas
como este, y tantos más
para así, amor, no poder olvidarte nunca.







¿Para qué?

Para qué escribir(te) palabras dulces
si hoy te pienso -y te deseo- en un 
ácido
que te haga cerrar los ojos.

Cubrir tu piel de promesas
si de saliva estaría -si cabe-
más bonita.

Para qué llenar
libretas con tu nombre
cuando quisiera llenarte las curvas
de lluvia blanca y añil.

O hacerte creer 
que en mi cabeza
hoy
vuela Octubre
si sólo quiero hacerte temblar
-y que la noche no acabe-

De qué sirve silbarte canciones
si la melodía que nubla mis sentidos
es oírte gemir, de madrugada
y pasarme -tus suplicas- por el forro de un desliz.


Ha(y) veces

A veces te pienso con prisa
y estallo antes de recrear tus pupilas.
Te busco en recortes
de periódicos de antaño
en viñetas de
-amores-
con
fin.

A veces te sueño despierta
y quisiera dormir en tu ombligo
y apretar(te) -fuerte- sin calma
para luego parar(me) sin más.

A veces el ruido que hace tu risa
me estalla en los oídos
y no puedo dejar de florecer.
Tampoco en otoño.

A veces
me relamo los dedos
y el sabor
de las tardes
de estación, rebrota.

A veces deseo follarte
como quien lanza cuchillos
con los ojos vendados
y sed de sangre y puntería.

A veces te escribo en lugares
que nunca visité ni visitaste
que llevan nuestro nombre escrito
y el de Febrero y Abril.

A veces te dibujo y me dibujas
en un país para amantes
sin aduanas, ni registros
ni nadie que nos espere al volver.

A veces me sonríes sin pensar en nada
y yo invento en tu mirada historias
que nunca proyectaste en mí
-que yo no viviría sin ti a mi lado.-

A veces me compones en pentagramas
que luego olvidas en tu funda de guitarra
y aparezco -por sorpresa- a plena luz
un Domingo en que quieres conquistarla.

Y otras vez, mi amor
me olvido de ti, de mi, del calendario
y me propulso para no tener
nada
que
ver
con
(el)
ayer.

Y es entonces, mi amor cuando creo
que si te pienso sin prisa
escueces más pero abrigas
y soy tan tuya que lluevo en gris. 




jueves, 22 de mayo de 2014

Qué bien Lisboa!


Tu punto G está en mi lengua

Quiero 
follarte
como si no quisiera conocerte
y mañana fueras anoche
y ayer esta madrugada.

Tus ojos llenos de sangre,
tu boca llena de sangre,
tus manos
chorreando
sangre,
mis dedos
inyectados
en sangre.

Quiero que los vecinos
follen
mientras nos escuchan.

Quiero que me digas que no,
que me rechaces
una
y
otra
vez,
para ocupar tu boca
con mi puño
abofetear 
esa insolencia
de quien no sabe
quien le viene encima,
escupir
sobre tus intentos de poder
y enseñártelo
boca abajo
tu cuello apretado
en mis dedos húmedos,
que tus manos frenen las mías
mientras tus piernas me abren las puertas
de
par
en
par
-con tus orgasmos-
y latas.

Latas
como la estampida
de doscientos caballos salvajes
en veinte metro cuadrados.

Y beberme tu latido
-y que se derrame
por
la comisura
de mis labios-

Y lo recojas
de rodillas
-el tuyo también-.

Quiero decirte no,
lucharte
cuerpo a cuerpo
-como una batalla donde gana
el que más sexo suda-,
y cuando te creas victoriosa
atracarte de espaldas:
mis uñas en tu pelo,
tu espalda curvada como un látigo
al contacto de mis yemas con tu culo
tus córneas
chorreando placer blanco,
tus oídos llenos de todo aquello
que tu madre nunca quiso que escucharas
y tu nunca pensaste que oirías,
tu boca semi abierta
pidiendo algún tipo de clemencia
que notas bajando
suave y caliente
desde tu gargante
a mi orden.

Quiero,
que cuando tu pelo sea un incendio,
y tu boca expulse llamas,
y tu dorado coño
ahogue mi garganta
y haga de mi cama un barrizal
con ese dulce chapoteo
de quien se rinde
como quien sabe
que perdiendo gana
y se derrama
como un vaso bajo un grifo abierto,
descanses
y te sientes
sobre
mi
boca.
Hasta mañana.

Quiero
que todos los puritanos
pongan a la censura
nuestro nombre.

Quiero,
que quien no lo entienda
vea tu cara llena de mi orgasmo
y ese sea el polvo visual de su vida.

Te aviso:
tu punto G
está en mi lengua.

Elvira Sastre













martes, 20 de mayo de 2014

Llueve

"Llueve y la tarde empieza a ser como imaginé" Adriana Moragues


Resulta imposible no oirte reír en la llúvia. Pensar en aquel nosotras que un día fuimos es cerrar el paraguas, dejarlo a un lado, y bailar y no dejar de bailar bajo esta tormenta

Resulta casi imposible ya que los días grises me entristezcan, cuando se han convertido en una excusa que me invita
a perderme en tu recuerdo.

En TODO lo que algún día fuimos. Si me buscabas sin piedad ni abrigo, lo éramos todo. Incluso el mal. A los infiernos llegaban los gritos cuando jugamos a pervertirnos y a perder -el Norte, los sentidos, y una parcela de cielo que nunca quisimos-.

Es imposible escuchar el chapoteo de las gotas al caer sobre el suelo, sobre las ventanas de los trenes (que quizá te alejan), sobre semillas a punto de expandirse y no pensar en tus dedos. En la llena de tus dedos recorriendo la silueta de todos mis miedos -sin saberlo- recorriendo mis labios anunciando un beso, y los rincones más oscuros de mi sexo y mi alma. Acaban desembocando en un mismo delta.

Ese chapoteo como no va a llevarme -irremediablemente- a la llúvia que tu cuerpo me ofrecía, naciendo de entre tus piernas la única fuente capaz de calmar toda mi sed de un mañana. Regalándome  calma. Eso sí que era agua bendita!

Y a ti no te resulta también imposible, mi amor, no sentarte al lado de la ventana y inventar melodias? No escribir un mensaje que me sorprenda de madrugada y desequilibre todo mi presente?

Cuan difícil es acostare sin taparte, mi pequeña. Cuando es noche de tormenta   y ya no soy puerto en el que rompen tus olas.

Valiente

Valiente no es la que arriesga porqué sí y ya se verá, arrastrando consigo colaterales -sin escrúpulos-
sino quien sabe esperar el momento justo para dejarse caer rendida en tus brazos.

No es quien mucho te promete, te pinta, o escribe en tu whatsapp. Ni quien te invita a muchas copas y luego busca etílicas excusas para su conciencia.  Es quien escribe en mitad de una conversación sobre el viento un cómo estás, y asume que sea de madrugada cuando acabes tu lista de motivos de porqué hoy no fue un buen día.

No es quien mucho puede ofrecerte sin saber si merece recibir. Quien te besa los labios sin besar antes tus ojos. No es valiente quien juega con tus ganas y se camufla en la distancia y a dormir. Es quien te ofrece su tesoro -que es su tiempo- quien acepta una caricia a cambio de un abrazo en las nubes. Quien cruza mares para estar cerca de ti porque es Miércoles, y toca partido.

Valiente no es quien te quiere hacer ver que le necesitas, ni quien reprocha, ni amenaza con que mañana puede que no esté. Ni quien sólo te vende de si misma cosas buenas, y no insiste cuando con voz triste dices que nada te pasa. Sino quien ni siquiera te das cuenta que necesitas porque nunca falta. Y pasa las noches contigo para que mañana sea aún mejor. Quien te explica sus manías y sus miedos, quien se hace pesada hasta saber los porqué.

Eso quiero ser para ti, valiente.


Me juro que nunca más

Hay días en que te necesito tanto que parece que no habrá un mañana si no sonríes. Y parece que lo intuyas, porque sin siquiera decírtelo, disimuladamente te busco y te esfumas. Como si se te hubiera tragado la tierra. Como si no hubiera oscuridad más oscura que allá donde te escondes. Y tu ausencia crea un vacío en mi estómago y en mi presente y juro que nunca más volveré a pensarte. Que se acabó perder el tiempo con billetes de tren ya caducados, o entradas para un final de gira que fue antes de ayer.

Y si, sonrío sin ti y rehago mi vida. Durante unos días sintonizo alguna emisora comercial, evitando así que aparezcas en canciones. Voy en autobús en lugar de coger el metro, y bebo una copa más de la cuenta para dejarme bailar. Y parece que vivir sin ti no es tan complicado. Que el teléfono igualmente suena, que mis proyectos no se tambalean y que puedo reír a carcajadas y brindar sin tu cerveza.

Y avanza la semana, y el Sábado cierro fuerte los ojos para no querer ver, y me planto en un Lunes con horarios complicados y horas de más en la oficina. Sin Domingo parece que no hay recuerdos, y sin un pasado, tu no estás.

Pero entonces cojo el Ipod sin querer de vuelta del entreno, y esa maldita canción me despierta de la anestesia de no saber si no es contigo, y apareces bailando en pentagramas y no hay rastro de la oscuridad de tu refugio. Y vacilas al mañana, y me aprietas donde duele, y entiendo de nuevo que avanzar sin querer quererte es catapultarse a no dejar nunca de amarte.

Y cuando no te busco, ni te necesito, ni te extraño, de repente vuelves a dejarte caer por ese bar. Y desmontas uno a uno todos los ladrillos que tanto me ha costado amontonar para no ver la pared de enfrente. Y me buscas y yo me dejo encontrar -por un rato- y al ver como te alejas me juro que nunca más volveré a pensarte.


Juegas?

Vivimos en ciudades distintas -o eso dicen- porque yo siento que vives en mí.
Siento que revoloteas a mi alrededor para que siga tu perfume, y entonces me guíes sin saberlo como quien se despista siguiendo una mariposa, hacia tus rincones.
Compartimos tantas palabras, que los diccionarios se sienten huérfanos y a oscuras. Tantos versos, que nos comemos -la una a la otra- devorando poemarios y Lunes.
Esta vez, no es como las otras veces y no apareces en mi buzón.
"Vamos a jugar a un juego" me cuentas, y yo expectante cojo aire y me detengo a escuchar las reglas.

"Esta vez no habrá carta por correo. No estés triste, va a ser mucho más entretenido! Pero sólo si sabemos jugar, sólo si el destino encaja las piezas como yo te he encajado desde hace meses en mis mañanas. En los Sábados en que llueve, en libretas, y en viajes a Nunca Jamás. Pero no quiero desviarme de las bases. Ya hace dos noches que tengo escritas estas líneas para ti -para nosotras- pero no van a viajar por correo. Voy a sentarme en un banco del Retiro, a leer -o más bien a releer- cualquiera de esas joyas de mi mesita y tu vas a tener que encontrarme. Nunca me has visto por fuera, aunque has penetrado como nadie en mis entrañas, así que será divertido saber cómo me imaginas. Cómo sueles dibujarme cuando en tus dedos hay restos de carboncillo y ansias de mi espalda.

Si realmente deseas este escrito como deseo yo verme en tus pupilas y besarte en las gotas de rocío de las mañanas, como te invento esas madrugadas en que si tu cintura se balancea el mundo deja de importarme en absoluto, si es así coge el primer autobús del Domingo hacia Madrid. Pasea por el parque con una sonrisa, te estaré mirando desde cualquier lugar. Busca la chica que lea algo que te haga vibrar, que desprenda un perfume que te evada de los ruidos de esta maravillosa ciudad. Si la encuentras párate a mirarla. En silencio.

Observa sus manos, sus zapatos, si su sonrisa deja huequitos en sus mejillas. Aunque ella no entienda nada, aunque te tome por loca. Mírala, retén esa imagen y acércate despacio. Siéntate cerca y susúrrale al oído un sólo creo en un mañana si despierto contigo.

Si la chica que has elegido soy yo, llenaré tu alma de besos de una tarde. Pasearemos de la mano por las calles de Madrid como si supiéramos hacia dónde ir, como si ya hubiéramos hecho mil veces ese camino. Brindaremos por los bares, haremos el amor a ritmo de un buen blues. Nos fundiremos en una pasión desenfrenada que nos tatúe quienes fuimos y que siempre seremos eternas. Luego podrás coger tu autobús de vuelta a casa, con mi carta en el bolsillo. Y yo te soñaré -impaciente- junto al buzón, esperando tu respuesta.

Si escoges, sin saberlo, otra mirada que no venga de mis ojos, quizá se ría sin entender muy bien que pasa. Quizá amablemente te responda que te confundes de persona, o quizá será valiente y aceptará el reto.
Paseareis de la mano por la calles de Madrid como si supierais hacia dónde ir, como si ya hubierais hecho mil veces ese camino. Brindareis por los bares, haréis el amor a ritmo de un buen blues. Os fundiréis en una pasión desenfrenada que os tatúe quienes fuisteis y que siempre seréis eternas. Luego podrás coger tu autobús de vuelta a casa, sin mi carta en el bolsillo. Y yo te soñaré -impaciente- junto a mi vacío y sin respuesta."