C
a
e
n de las manos las piezas de (todo) aquello que fuimos.
Un huracán ha arrollado los recuerdos felices
y las cenizas arropan una caja de hojalata
llena de un "capaz" que se acobarda.
Los lunes empiezan a parecerse demasiado
a los domingos -si los miras de perfil-
y mirar hacia atrás es rutina incómoda
a la que no puedes dejar de abrazar.
Subir pedaleando la cuesta te deja sin aliento
-antes lo hacía ella al desnudarse- piensas
dejas la bicicleta en alguna farola a medio gas
te sientas a suspirar a conciencia y enciendes -de nuevo- la pipa.
Tienes las manos heladas y ves como la hierba arde
y sus besos,en cambio, son ignífugos y saben a sal
y a premio de consolación amateur.
Y qué vacío el presente si al levantar los ojos de un verso
ya no ves sus zapatos.
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