martes, 20 de mayo de 2014

Llueve

"Llueve y la tarde empieza a ser como imaginé" Adriana Moragues


Resulta imposible no oirte reír en la llúvia. Pensar en aquel nosotras que un día fuimos es cerrar el paraguas, dejarlo a un lado, y bailar y no dejar de bailar bajo esta tormenta

Resulta casi imposible ya que los días grises me entristezcan, cuando se han convertido en una excusa que me invita
a perderme en tu recuerdo.

En TODO lo que algún día fuimos. Si me buscabas sin piedad ni abrigo, lo éramos todo. Incluso el mal. A los infiernos llegaban los gritos cuando jugamos a pervertirnos y a perder -el Norte, los sentidos, y una parcela de cielo que nunca quisimos-.

Es imposible escuchar el chapoteo de las gotas al caer sobre el suelo, sobre las ventanas de los trenes (que quizá te alejan), sobre semillas a punto de expandirse y no pensar en tus dedos. En la llena de tus dedos recorriendo la silueta de todos mis miedos -sin saberlo- recorriendo mis labios anunciando un beso, y los rincones más oscuros de mi sexo y mi alma. Acaban desembocando en un mismo delta.

Ese chapoteo como no va a llevarme -irremediablemente- a la llúvia que tu cuerpo me ofrecía, naciendo de entre tus piernas la única fuente capaz de calmar toda mi sed de un mañana. Regalándome  calma. Eso sí que era agua bendita!

Y a ti no te resulta también imposible, mi amor, no sentarte al lado de la ventana y inventar melodias? No escribir un mensaje que me sorprenda de madrugada y desequilibre todo mi presente?

Cuan difícil es acostare sin taparte, mi pequeña. Cuando es noche de tormenta   y ya no soy puerto en el que rompen tus olas.

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