Recuérdame, amor, si un día
necesito volver(te) a escribir,
que las cimas que subimos
veían el cielo desde arriba.
Que se encogían tus mejillas
si por sorpresa te soltaba un guapa
y las mañanas de cualquier mes
parecían mañanas de Abril.
Que dejamos las playas sin arena
-el mar sin olas-
postradas en tus caderas
y ese ir y (re)ir siempre mojadas.
Que esperarte en el sitio de siempre
me hacía sentir como en casa.
Aunque no vinieras,
aunque enterrara el reloj.
Recuérdame que hubo versos
-y besos-
que nunca has vuelto a desenfundar
Que todavía queda pólvora.
Que soñar es contigo un trozo de jardín,
tu nombre en la pantalla de un Viernes,
bolsas de caramelos que guardo desde Enero
-que siento por ellas lo mismo que por ti-
Me gusta verlas -y sonreír-
y relamerme con su sabor
ilustrando el día que me las coma a mordiscos.
-si son en la espalda mejor-
Y hazme saber si se me olvida
que un día te escondí en poemas
como este, y tantos más
para así, amor, no poder olvidarte nunca.
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